Me hace seña para que me acerque hacia él. Yo abandono mi puesto de guardia, mientras rápidamente apagaba el cigarrillo, y al llegar al lado del Presidente me ordena la misión de ir a buscar al Jefe de custodia de las motos. Regreso del encargo cumplido y vuelvo a ocupar mi puesto de guardia.
Al cabo de un rato, el Presidente Lanusse nuevamente se hace presente y me pregunta: -¿Granadero, usted estaba fumando?
-¡Si! Le contesté.
-¿Y tiró usted el cigarrillo?
-¡No, mi General!, le dije con temor, ¡Lo guardé porque era el último que me quedaba!-
Entonces el Presidente se abrió el saco, metió su mano en un bolsillo interno y me obsequió un atado de cigarrillos “Kent” importados.
Testimonio: Granadero Oscar José Tito (Clase 1951)
Texto: Pedro Alberto Urueña – Vicepresidente de la “Asociación de Granaderos Reservistas de la República Argentina”