El 5 de enero de 1817 el Gran Capitán, dispone que la Virgen del Carmen sea sacada del templo de San Francisco para que ante ella desfile el ejército y presente sus armas. Durante la ceremonia religiosa se bendijo la bandera de los Andes y el bastón de mando, concluyendo la misma con un solemne Te Deum. Ese día fue proclamada Nuestra Señora del Carmen de Cuyo "Patrona y Generala del Ejército de los Andes".
San Martín elige la advocación de la Virgen del Carmen por su tradicional devoción popular. Culminada la campaña libertadora, San Martín hizo pública manifestación de su fe y confesó la protección de la Virgen del Carmen que él y sus valientes soldados habían experimentado en la campaña libertadora. Envió a la Virgen su bastón de mando, junto a las banderas consagradas en los combates de Chacabuco y Maipú y su carta autógrafa, clara y precisa, como corresponde a un soldado, pero elocuente, porque la dictó su corazón cristiano.
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