Con arrebato de horda va el corcel formidable
Sobre el bosque de hierro vibra en llamas un sable
Que divide a lo lejos el firmamento en dos.
La montaña congénere, donde el cóndor empluma,
Sonreída de aurora despertó a ese tropel
De patria, y la simétrica marea ungió en la espuma
De un brindis gigantesco los flancos del corcel
La tierra , devorada por los cascos, se abisma
En el tremendo vértigo que arrastra aquel alud.
Y el himno natal surge del trueno con la misma
voz que estalló en clarines en los campos del Sur.
¡ Tufo de potro; aroma de sangre; olor de gloria!...
La hueste bebe el triunfo cual sublime alcohol,
Y la muerte despliega sobre su trayectoria,
Acabada la tierra, la mar de luz de sol.
Leopoldo Lugones
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